marzo 30, 2007

Ver a través de las paredes sin romper

Invento argentino de aplicación internacional

Si alguien tiene grietas o problemas de estructura en su vivienda, no tiene que sufrir pensando que los albañiles se van a mudar con él. Hace más de diez años que el licenciado en física Mario Mariscotti viene desarrollando un método que no necesita romper paredes ni le da vuelta la casa. Aunque pueda sonar risueño, a las construcciones “enfermas” también se le pueden hacer tomografías.

El método, patentado como Tomografía de Hormigón Armado (THA) por Mariscotti, permite relevar estructuras habitadas o a reciclar sin necesidad de romper paredes o techos y los trabajos se pueden realizar sin cambiar los muebles de lugar. Esta técnica se ha desarrollado solamente en Argentina, “en otros países el uso de material radioactivo esta cuestionado y sería posible pensar que el desarrollo de esta técnica, para uso civil, se ha descartado por temor a las críticas, sobre todo de los movimientos ambientalistas”, especula el físico. “Pero es importante remarcar que nuestro desarrollo es totalmente inofensivo”.

Mediante la emisión de rayos gamma se toma una gammagrafía, que es equivalente a las radiografías por las cuales se estudian nuestros huesos, y en ella se puede ver el interior de vigas y columnas. Una vez obtenida la placa, mediante la digitalización y el procesamiento de datos, se realiza una reconstrucción gráfica tridimensional del interior de la estructura, dando como resultado la tomografía.

Si el cuerpo humano tuviera la solidez del hormigón, las radiografías serian gammagrafías. La penetración de los rayos X en estructuras densas es mucho menor que la de los rayos gamma, por ello se emplean fuentes de radiación más potentes para inspeccionar el interior de distintas construcciones.

Con una fuente que puede ser Cobalto 60, se emite radiación sobre una columna de hormigón armado. Cuando los rayos impactan sobre hierros y estribos metálicos, más densos que el hormigón circundante, se perturba su trayectoria, imprimiendo sombras sobre la placa radiográfica ubicada por detrás de la columna.

Una vez obtenida la gammagrafia, se digitaliza la información traduciendo punto por punto la imagen en números, que son almacenados en una computadora. Los datos son procesados matemáticamente para obtener una imagen tridimensional del esqueleto de la columna. Según Mariscotti –quien no disimula su sonrisa- “para delicia de las amas de casa sin hacer un solo agujero ni levantar una partícula de polvo.”



















Según Mariscotti, la industria civil podría hacer tomografías con rayos gamma radiografiando piezas de hormigón para ver en que estado se encuentran. “Las estructuras de hormigón se realizan con hierros para que con el peso del edificio no se comben y quiebren. Nosotros analizamos si los hierros han sido colocados en la forma y en la cantidad correcta. También buscamos señales de corrosión y oquedades (burbujas de aire) que harían peligrar la estructura”, explica.

“No, no deja el edificio radioactivo”

Si hablar de rayos gamma le recuerda al increíble Hulk, no se preocupe convivimos con radiaciones de todo tipo sin efectos sobre nuestro organismo. Las paredes de nuestras casas emiten radiaciones gamma de baja intensidad debido a la existencia de Potasio 40 en los materiales de construcción. La técnica gammagráfica no induce radioactividad alguna en los materiales, por lo que no deja huellas de radioactividad remanente luego de su aplicación.

Por ser una fuente de radiación segura y que no necesita de energía eléctrica, la petrolera SHELL los contrató para inspeccionar los tabiques de hormigón en un depósito lleno de petróleo en Dock Sud. Para obtener la tomografía fue necesario recurrir a un buzo profesional que se sumergió en el hidrocarburo para colocar las placas radiográficas.

Mariscotti comenta que las precauciones a ser tomadas durante el tiempo de irradiación son las mismas que en el caso de los rayos X. “Un área de entre 5 a 8 metros debe ser desocupada únicamente durante treinta minutos”, aclara. El uso de radiaciones gamma en el país está controlada por la Comisión Nacional de Energía Atómica.

Los rayos gamma son emitidos por radioisótopos en forma espontánea y no requieren fuente de energía externa. El Cobalto 60, comúnmente usado para la tomografía, tiene una vida media de 30 años lo que evita manipularlo con frecuencia. El sistema creado por Mariscotti y su equipo tiene el tamaño de una caja de herramientas y no pesa más de 6 kilos, lo que resulta muy práctico para su traslado.


De investigador a empresario

Mariscotti durante casi 30 años trabajó para la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) realizando investigaciones y ampliando los conocimientos del país en este campo. En el año 1987 escribió “Crónica del origen de la energía atómica en la Argentina” editado por Sudamericana.

En 1992 se acerco a la actividad privada trabajando para una empresa contratista de la ex ENTEL que se dedicaba a la expansión subterránea de la red telefónica. Un día un capataz le comentó que temía un posible fraude en el recubrimiento de los tubos de PVC en un túnel de hormigón armado. El capataz suponía que sólo habían puesto hormigón en los extremos del túnel no respetando la reglamentación que disponía un recubrimiento de 30 cm alrededor de los tubos en toda su extensión.

Para develar el misterio a Mariscotti se le ocurrió realizar una inspección aplicando sus conocimientos en el campo atómico. Introdujo una fuente radioactiva en uno de los tubos y desde la superficie midió el grado de radiación que emanaba de la tierra. El fraude fue descubierto y al comentar el caso a un ingeniero civil, supo que su técnica era algo nuevo y desconocido. Luego de perfeccionar su método, experimentando en el Yacht Club Argentino en la Dársena Norte del Puerto de Buenos Aires, Mariscotti fundó THASA, Tomografía de Hormigón Armado S.A.

Desde su fundación, THASA no ha parado de recibir premios nacionales e internacionales a la innovación tecnológica. Entre ellos se destaca el premio internacional The Tech Museum Awards, de 250 mil dólares, entregado en noviembre de 2002, y el premio de la Organización de las Naciones Unidas, en octubre de 1995.

Prohibido romper

Hasta ahora, para ver dentro de una estructura de hormigón era necesario tomar un pico y romper, picar, remover revestimientos, usar agua para enfriar las herramientas y además afrontar los costos de reparaciones, que no dejan de ser parches riesgosos en una estructura que requiere de solidez.

Por otra parte, el picado de estructuras, con el objeto de exponer las armaduras de hierro está limitado a áreas reducidas y de poca profundidad. El tamaño de una placa radiográfica es de 35 por 43 cm. Esto permite ver todo el espesor de la pieza inspeccionada y con ella se obtiene información de alta precisión. El costo de una tomografía es de 500 pesos para una superficie equivalente al tamaño de un balcón.

La condición técnica no destructiva se traduce en economía de tiempo, materiales, mano de obra, y evita costos de reparación. Si se trata de edificios habitados, esta ventaja puede ser decisiva.

Detectar a tiempo daños estructurales o corrosión en las armaduras es de suma importancia para evitar derrumbes o desprendimientos de balcones que se producen con frecuencia. Como ejemplo se puede recordar la tragedia de Pinamar en la que perdieron la vida cuatro personas al caerse el balcón de su departamento.

La técnica THA ha sido utilizada en todo tipo de estructuras, entre las que se destacan la Basílica de Luján, la Autopista Buenos Aires-La Plata, el complejo Zarate-Brazo Largo, el Senado de la Nación y la estructura que quedó en pie de la AMIA, luego del atentado. Actualmente se encuentran negociando un contrato en Bruselas, Bélgica, para el análisis de la totalidad de los puentes urbanos.

A pesar de los galardones y el crecimiento en el sector privado, Mariscotti añora sus días como investigador: “Mis días más felices fueron haciendo ciencia básica en la CNEA, pero soy cabeza dura y no pienso parar hasta ver mi técnica difundida en todo el mundo”.

marzo 16, 2007

Descubren una proteína que bloquea al SIDA

Avance Argentino

Este flagelo afecta a 40 millones de personas en todo el mundo y durante el 2006 fue el causante de más de 3 millones de muertes, según ONUSIDA.

Investigadores del Hospital “J.P. Garrahan” descubrieron que una proteína sintetizada por un gen inhibe el ingreso del HIV a las células y, por consiguiente, evita su progresión, según anunció en marzo la revista “Science” Lo relevante del estudio, que hizo que la publicación internacional lo destacara en su tapa, fue encontrar que el número de reproducciones del gen varía según cada población y cada individuo. En el caso americano la cantidad media de copias es de dos y, a mayor cantidad de copias, mayor síntesis de la proteína.



Entre 1986 y 1999, los científicos del Laboratorio de Biología Celular y Retro Virus del Garrahan realizaron el seguimiento de 802 niños, nacidos de madres portadoras del virus del SIDA. Al estudiar el comportamiento del virus en cada uno de ellos descubrieron que existe un patrón genético que retarda el avance de la enfermedad y en algunos casos la inhibe.

El gen encontrado es el CCL3L1, productor de la proteína quimioquina que tiene la función de acoplarse a receptores de las células del sistema inmunológico. Estos receptores son utilizados por el virus del SIDA para ingresar en las células. Al estar los receptores en presencia de quimioquina el virus del SIDA no puede atravesar la pared celular, por lo que bloquea su propagación y se evita el deterioro del sistema inmune.

“El gen CCL3L1 juega un rol crítico en la transmisión vertical del HIV y a partir de ahí se deberá seguir investigando en busca de posibles usos terapéuticos en la lucha contra el virus”, sugiere Andrea Mangano, autora principal del trabajo.


Mangano, licenciada en bioquímica explica que el promedio del gen CCL3L1 en la población americana es de dos, y que a mayor cantidad del gen mayor producción de quimioquina y, por consiguiente, menores probabilidades de desarrollar la enfermedad. “Ahora el interrogante es saber si sería posible desarrollar quimioquinas en laboratorio para suministrarla a los enfermos”, plantea.

La cantidad de copias del gen CCL3L1 puede variar, de una a diez o más, según cada individuo. Las personas con mayor cantidad se encuentran genéticamente favorecidas. El promedio de copias por población es equivalente desde el punto de vista del genotipo que determina los factores hereditarios de una especie. Los europeo-americanos tienen dos pares, los hispanoamericanos tres y los afro-americanos cuatro, pero en los hechos es como si todos tuviéramos dos pares del gen CCL3L1.

Para Mangano, en el futuro, sería posible diagnosticar qué individuos son más vulnerables a la enfermedad, mediante un test que establezca qué cantidad del gen existe en cada persona.

El SIDA hasta ahora es una enfermedad incurable y todos los esfuerzos se centran en la prevención de la enfermedad, pero en la transmisión vertical, de madres a hijos, se recurre a una combinación de drogas para evitar que durante la gestación, el parto o la lactancia el niño se vea afectado.

En la mayoría de los casos, si el niño no desarrolla la enfermedad hasta los cinco años, no la desarrollaría en el futuro. Esto fue lo que determinó que el equipo del Garrahan se centrara en los niños recién nacidos y siguiera su evolución en el tiempo.

El estudio se desarrolló con el apoyo y financiamiento de la Universidad de Texas, quien además prestó sus laboratorios para las fases finales. Tal vez, en el mediano plazo sea posible desarrollar una vacuna contra el SIDA, pero Andrea Mangano aclara que para eso es “imprescindible” el aporte público o privado.